«Apenas he salido un par de días a la carretera. En el primer entrenamiento, ya me di cuenta de lo que me va a costar volver a estar en forma». La caída le hizo pasar de la euforia física a la movilidad limitada de la silla de ordenador. Un ciclista con cordel. En círculos por casa. «De la clavícula mejoré pronto. La cadera cuesta más. Pero ya ha hecho callo». Rezuma optimismo.
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encendiendo motores...
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